Sicilia, Marin, Maldavsky: hasta pronto amigos, hasta la victoria, camaradas

Dice Vallejo:
Hay golpes en la vida, tan fuertes…¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma…
¡Yo no sé!Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Pues bien, son tres en pocos días. Hace pocas horas Luis “Tino” Sicilia. Días atrás Jaime Marín. A comienzos del mes, en París, José Maldavsky. Partidas inexorables a las que me niego, contra las que me rebelo, pues con sol pensarlas décadas caen sobre mi alma y mi espalda ya algo cansadas, no de los golpes del enemigo y el rencor de los adversarios, si por el odio visceral de los traidores.
Josè Maldavsky, periodista chileno, documentalista distinguido internacionalmente,  héroe de la resistencia a Pinochet, mi compañero en ir “Tras la garras del Cóndor”, cuando nadie se atrevía.

Jaime Marin, inmenso director real (siempre relegado en los “títulos” por las “figuras” que se imponía de arriba, esas que a veces no podían unir dos párrafos) de Juventud, y luego Jefe de Redacción de Que Pasa, uno de los últimos nombres de los tantos prohibidos y reprimidos semanarios del Partido Comunista. No siempre acordamos, ni política ni periodísticamente, pero que tipazo, que tremendo ser humano, cuanto sacrificio por los demás. Su vida se apagó en soledad, no de los suyos, sí de los mismos que lo postergaron, o sus “herederos”, que no es lo mismo pero es igual. No me cabe revelar los libros que escribió para que firmaran otros. Si su Misión Secreta en Brasil (1988) donde reconstruye el papel de Rodolfo Ghioldi hasta su larga cárcel en la “Isla del Diablo” en Brasil, luego de apoyar y acompañar a Luis Carlos Prestes y su legendaria columna.

Luis Sicilia, hermano menor de mi padre, un maestro excluyente del periodismo que yo soñaba con ejercer. No puedo, aunque sé que debo rescatar su memoria escondida, ocultada, escribir hoy sobre “Tino”, mientras me destroza el recuerdo de su mirada cómplice, su eterna pipa en la mano y el bloc de notas. Comparto, hasta que extraiga fuerzas, la frase final de la crónica que “Le Monde Diplomatique” escribió sobre su libro Un cronista recorre América. Del Che Guevara a la Guerra de Malvinas (2007): “A través de los destinos que transitó, Luis Sicilia nos devuelve en sus textos la idea de un periodismo que se hace cerca de las personas, y construye con ellos la noticia”. Habla del periodista, apenas del hombre y el revolucionario.

Chau muchachos, hasta que nos encontremos, Hasta La Victoria Siempre
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,de alguna adorable que el Destino Blasfema,Esos golpes sangrientos son las crepitacionesde algún pan que en la puerta del horno se nos quemaY el hombre….pobre…¡pobre!Vuelve los ojos,como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;vuelve los ojos locos,y todo lo vividose empoza, como charco de culpa,en la mirada.Hay golpes en la vida, tan fuertes…
¡Yo no sé! 


Alberto Nadra

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