Si, es un buen día para un intento de análisis de medios.
Hoy, martes 13 de enero de 2015, las portadas de los diarios dan una nueva vuelta de tuerca en la pulseada que lo más reaccionario y opositor de la corporación judicial y lo medios concentrados de difusión motorizan hace varias semanas, con tapas y más tapas, para impedir la medidas preparatorias para la futura aplicación del Código Procesal Penal, que –dicho en forma simplificada– pone al los fiscales al frente de la investigación de los casos criminales y ubica a los jueces en lo que debería ser su verdadera función: el control de constitucionalidad y el respeto a las garantías del debido proceso.
La reacción ante un planteo en el que durante años coincidieron penalistas y políticos, sólo puede expresar la desesperación de los jueces para mantener un poder peligrosamente absoluto, y la intencionalidad de los medios y políticos opositores para “pegarle” al gobierno de cualquier forma.
Pero esa no es la novedad del día, sino el hecho que la nave insignia de la campaña acerca de la “guerra” entre “Justicia y Gobierno”, el Grupo Clarín, haya encabezado hoy la edición de su diario, y multiplique comentarios en sus distintas emisoras, acerca de una supuesta “tibieza” del gobierno argentino ante el atentado en Francia, incluso la acusación de que el canciller Héctor Timerman no concurrió a la marcha en París por “orden de la Casa Rosada”.
Con una expresa línea editorial de espolear una absurda, e indignante, comparación entre el atentado de París y el “ataque a la libertad de expresión” en la Argentina, donde todos los días insultan sin consecuencias al oficialismo, incluyendo adjetivos que en su querida Francia los hubieran llevado tras las rejas. Y a la muerte en Argentina de la dictadura, aunque esa no fue la razón de su silencio: la razón fue su complicidad con el régimen cívico-militar.
No termina allí la línea editorial de Clarín, que adopta una clara posición de encubrimiento de los crímenes de los “lideres del mundo” (capitalista desarrollado y voraz), la mayoría presentes y responsable de miles (SÍ, miles) de asesinatos mediante invasiones, ocupaciones y bombardeos impunes, de los que nada dicen.
La indignación de Clarín es nuestro bálsamo ante tanto dolor.
Ricardo Roa, actual editorialista del diario y ex redactor de El Descamisado (según sus ex compañeros menos hábil con las teclas de la Olivetti que con la cachiporra, en cuyo uso tampoco descollaba) escribe hoy:
Increíble y creíble a la vez: Héctor Timerman fue el único canciller latinoamericano que estaba en París y no asistió a la manifestación pese a que el gobierno francés lo había invitado. Consultó a Buenos Aires, léase a Cristina Kirchner: le ordenaron que no fuera.No borra semejante desaire que haya firmado el libro oficial de condolencias. Como si fuese un funeral cualquiera, puso que acompañaba al pueblo francés en su dolor. Ignoró que era mucho más que un funeral: era una condena universal a un ataque contra la libertad de pensar y de expresar, que no es una libertad para los medios sino una libertad que es un derecho de todos.Esa misma noche, el Gobierno difundió un extravagante comunicado para decir que no olvidaba el atentado en Nigeria. El comunicado dice: “Mientras el mundo sigue conmovido por los atentados terroristas ocurridos en París, 19 personas caen víctimas del terrorismo en la República de Nigeria. La Argentina…honra sin diferencia alguna la condición humana de todas las víctimas”. El comunicado quiere decir: no estuvimos en París ni en el acto en la Embajada de Francia en Buenos Aires porque estuvimos analizando lo que los demás no quisieron ver. La prensa norteamericana criticó a Obama porque no había viajado a París ni había enviado una delegación de primer nivel. ¿Y qué hizo el presidente?: pedir disculpas. Estados Unidos admitió un error, Argentina está orgullosa de haberlo cometido.
Sí, la verdad que sí: al menos muchos de los argentinos estamos orgullosos. No del supuesto error, sí del acierto de no prestarnos a la farsa de confundir el auténtico repudio al atroz y aún oscuro crimen de París (y su aún más oscura represión) con los terroristas de Estado de la OTAN y Medio Oriente, que pretenden condenar al terrorismo con sus manos tintas en sangre de los humildes.