Un día como hoy, domingo 17 de agosto de 1969, sobre el filo de las 16 horas, y como cierre de su actuación, Joe Cocker inmovilizó a buena parte de las 400.000 personas que protagonizar el histórico Festival de Woodstock, en el condado de Ulster, Estado de Nueva York.
Como un salvavidas para los que continuaban una furiosa tormenta obligó a suspender el concierto, como si nada pudiera igualar el momento mágico que habían compartido, y allí surgieron las imágenes de lluvia y barro, danza e instintos desatados que recorrieron el mundo.
Eran los tiempos de la “psicodelia” y el “Amor y Paz”, engañosa –por lo parcial, e intencionada– imagen de los años en que los estudiantes universitarios de Harvard y Berkeley luchaban contra la guerra en Vietnam pagando un alto costo en víctimas, o se quemaban miles de cedulas de convocatoria “a filas” desafiando las represalias.
En Argentina había terminado la “siesta” impuesta por la dictadura del general Onganía y El Cordobazo inspiraba las luchas a lo largo y ancho del país.
Tiempo después, estaba con mis compañeros organizando la primera lucha de masas de los secundarios porteños en años: una cinta negra por los estudiante asesinados en nuestros obligatorios sacos azules y en los guardapolvos de las chicas, con sus pelos atados con cita ellas, igual que la media americana de los varones, humillando nuestras deseadas melenas. Nada de colegios mixtos, claro. Eso vino mucho después.
Se inició en mi colegio, el Mariano Moreno, y se extendió como reguero de pólvora por toda la arisca capital, hasta ese momento sin reacciones de peso contra el régimen.
La casa de reunión, era un oasis de música. El padre de Néstor era un influyente actor de la industria y apenas unas semanas luego de Woodstock él nos ofreció escuchar una “impresionante” versión de Whit a little help from my friends, la canción de los admirados e insuperables TheBeatles, escuchada decenas y decenas de veces en “Modart en la noche”, programa radial obligado para los fuimos jóvenes en aquellos años, que conducía con una voz inconfundible Pedro Cesar Mansilla.
En ese momento era más importante la bronca creciente contra Yoko Ono, pues los medios (ya entonces, lógico) nos habían vendido la versión que los Beatles no habían participado pues John Lennon se negó ante el rechazo a que participara el grupo musical de “la japonesa”. Sólo muchos años después supimos que su entrada a EE.UU. desde Canadá fue bloqueada por el Richard Nixon, presidente de los EEUU.
Una amable, y escéptica sonrisa, acompañó a Néstor cuando enchufó el Geloso, acomodó la cinta en el lugar preciso, y empezó a girar, sonando la voz de ese desconocido. A partir de allí, el mismo impacto que sacudió Woodstock, y la piel erizada, mezcla de asombro e incomparable emoción. Joe Cocker, como centenares de veces después, pero nunca igual, cantaba Whit a little help from my friends…