Estamos en presencia de un libro dolorosamente autobiográfico. Es el libro de Alberto Nadra, un joven viejo millitante, ahora ex militante, primero de la famosa “Fede”, Federación Juvenil Comunista, y del Partido Comunista Argentino, cuyo Comité Central integró. En alguna medida es el libro autobiográfico de una familia: la familila Nadra, todos militantes de ese Partido. La cabeza visible fue el doctor Fernando Nadra, abogado, escritor y poeta, padre de Alberto, también destacado dirigente del Partido, al más alto nivel. Todos ellos han sido –Fernando, ya fallecido- y son, mis amigos y en buena medida compañeros de lucha por un mundo sin explotadores y explotados -por mi parte, desde el Socialismo Argentino- en una etapa muy difícil de la vida Argentina. Con Fernando Nadra fuimos, además, compañeros de lucha en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos durante la dictadura, en épocas en que cualquier error podía significar la desaparición y la pérdida de la vida.
Los Nadra, como tantos otros abnegados militantes, entraron en conflicto con la dirigencia partidaria, al punto de haber sufrido una verdadera persecución, de lo que da cuenta con detalle el libro de Alberto Nadra, que saca a la luz cuestiones absolutamente desconocidas hasta por quienes podrían jactarse de un amplio conocimiento sobre la vida interna de los Partidos,
A nuestro juicio, el Partido Comunista de Argentina fue excesivamente dependiente del Partido Comunista de la Unión Soviética, lo que, repetimos, a nuestro juicio, afectó las posiciones políticas y la vida interna de ese Partido a lo largo de su historia. De ninguna manera, lo que decimos va en desmedro ni de las formidables realizaciones de la Unión Soviética desde la Revolución de 1917, ni de la lucha sacrificada y heroica de los militantes comunistas argentinos, muchos de ellos asesinados, secuestrados y desaparecidos.
Ya algunos dirigentes destacados habían recorrido ese duro camino de enfrentamientos internos en distintas coyunturas políticas; Juan José Real, Rodolfo Puiggros, Ernesto Giúdice y otros que marcharon por una suerte de cornisa, como el destacado intelectual Héctor P. Agosti a quien sorprendió la muerte antes que se agravara el conflicto con él. En su ceguera, frente a la discrepancia interna. la dirección partidaria llegó a destrozar y vender por papel gran parte de la importante obra escrita de los dirigentes desplazados, entre ella la de Rubens Iscaro y de Fernando Nadra, parte de la cual, aunque rota, pudimos recuperar en la papelera en que había sido vendida. Una verdadera salvajada.
El libro de Nadra sirve, también para conocer el proceso político argentino de los últimos 40 años, lo que incluye la dictadura que asoló Argentina desde 1976 hasta 1983. Es un libro valiente con el que, al escribirlo, debe haber sufrido el profundo dolor de un verdadero desgarramiento, tanto mayor, cuanto mayor ha sido la entrega abnegada.
Un libro atípico, como dice su prologuista, que ayuda a desbrozar el complejo tránsito político de los argentinos.
Víctor García Costa, histórico dirigente del socialismo argentino e internacional, cuya vasta obra, en la que destaca Alfredo Palacios. Entre el clavel y la espada, fue en gran parte traducida a varios idiomas.