No somos neutrales, ni esperamos a ver qué pasa para dar nuestra opinión y calcular nuestras acciones.
Enfrentamos a los voceros y a los activistas del privilegio que pretenden utilizar de manera hipócrita nuestras limitaciones y nuestros errores para frenar y ahogar el proceso de cambios iniciado en 2003.
Nos dan nauseas los alcahuetes y los obsecuentes que justifican lo injustificable para no arriesgar un puesto o una “posición” obtenidos.
Abrazamos a todos nuestros compañeros, aun a aquellos que creen sinceramente que callar sobre lo que se ha hecho mal; no reclamar lo no se ha hecho; o no enfrentar las miserias de toda obra humana es “dar pasto a las fieras”, o peor, “armas al enemigo”. Los llamamos especialmente a la reflexión. Porque grandes epopeyas de la humanidad han implosionado o fueron arrasadas por esa falsa defensa.
Somos viejos militantes, con más heridas que medallas; con más errores que aciertos. Y no vamos a permitir gratuitamente que nos ganen esta batalla por nuestro silencio. Diremos y haremos lo que creamos que haya que decir o hacer, a menos que nos convenzan de lo contrario.
También somos nuevos militantes, que recuperamos o descubrimos la fe en la capacidad transformadora de la política con mayúsculas. Y no dejaremos que nos roben la esperanza y el porvenir. Al menos no sin pelear.
Estamos en un momento bisagra: avanzamos sin vacilaciones o los enemigos del pueblo ganarán fuerza para atacar las conquistas obtenidas; jamás para corregir nada.
Tenemos que transformar toda la bronca, y aún las críticas –las de buena y las de mala fe–, en FUERZA PARA EL CAMBIO. Para iniciar la PRIMERA GRAN EPOPEYA DEL SIGLO. Pues de eso se trata: de transformar totalmente el sistema de transporte con la mano del Estado y aprovechando el recurso de tener un pueblo movilizado. Y encarar nuevas epopeyas, que tornen irreversibles los cambios: devolver a la Nación la renta minera, petrolera y financiera, para hacer grande la PATRIA y traer bienestar al PUEBLO.
Somos pueblo y fuerza para el cambio. Aquí están nuestra voluntad, nuestras convicciones y también nuestros cuerpos.
Aquí estamos COMPAÑERA PRESIDENTE. No tenemos vocación de espectadores. Tenemos experiencia y decisión de protagonistas. Juntos, podemos transformar definitivamente la Argentina.
Aquí estamos, y estaremos; de una u otra forma.