No pretendo analizar el tema, ya lo hemos hecho in extenso en más de una oportunidad, pero hoy es más que interesante que hablen los diarios, sus titulares, sus volantas, copetes y bajadas, y que cada uno saque su conclusion. ¿Los temas? El matrimonio entre personas del mismo sexo, no por casualidad infaliblemente denominado “homsexual” o “gay”, por algunos, y las abismales diferencias en el análisis del primer tramo del viaje presidencial a China.
Siete matutinos de circulación nacional eligen como tema central el matrimonio de personas del mismo sexo, que ayer motivó movilizaciones encontradas –fotos del día, y evaluaciones de concurrencia que van de 20.000 a 200.000, según el gusto y posicionamiento del medio.
Clarín titula centralmente que “Fue masiva la marcha contra la boda gay”, en volanta considera que “Crece la polémica y hoy se debate en el Senado”, en tanto en la bajada estima “Hubo 50.000 personas frente al Congreso”, convocados por la Iglesia Católica, los evangélicos y otros credos, en tanto “en el Senado se pelea voto a voto para decidir el destino final del proyecto”. Un avance en tipografía rojo añade que hubo, también, “Ruidos de apoyo en el Centro y los barrio”, mientras ningunea a los “los adherentes al matrimonio homosexual (que) se manifestaron en el Obelisco y otros puntos de la ciudad”.
Sergio Rubin, especialista en temas eclesiásticos del matutino de Magneto-Herrera Noble, señala en Pág. 31 que “Si se considera que no es fácil en la actualidad convocar gente en las calles, puede concluirse que la manifestación de anoche contra el matrimonio gay frente al Congreso tuvo una importante concurrencia”, pero “Si se piensa en la cantidad de personas que se declaran católicos y evangélicos, la ponderación es menos halagüeña. La euforia que exhibían anoche los organizadores deberá dar paso al análisis sereno”. “Es cierto –añade– que el intenso frío no ayudó a los organizadores. También es verdad que se percibía mucho Barrio Norte y Palermo y poca presencia de los sectores populares. Y que debe tomarse en cuenta que la bronca hacia el matrimonio presidencial hizo su aporte. En cualquier caso, la concurrencia a la convocatoria no acabará con el debate dentro de la Iglesia sobre la estrategia que se decidió seguir de jugar a fondo”. Rubin asegura que “El cardenal Jorge Bergoglio quería que el Episcopado acompañara discretamente la oposición al proyecto que los laicos, es justo decirlo, asumieron con decisión desde las bases. Proponía, además, apoyar la unión civil en base al principio moral del ‘mal menor’ si la posibilidad de que se sancionara el matrimonio gay fuera alta. Era, además, una forma de evitar quedar atrapados en el juego que proponía Kirchner: su clásica apuesta al todo o nada”. Sin embargo, revela, “…a la hora de la votación de los cien obispos, realizada en el plenario de mayo, ganó la posición del arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, de fuerte involucramiento de los obispos y de rechazo a la alternativa de la unión civil. Disciplinados, todos los obispos acataron la decisión. Bergoglio, incluso, sobreactuó su papel en un mensaje a los monasterios porteños con términos inusuales para él. De todas maneras, lo que ahora interesa a la Iglesia es cómo votarán hoy los senadores. Porque la apuesta fue a todo o nada”.
Eduardo van der Kooy, Pág. 8, vira al mandoble político: “Hay una batalla pública que Cristina y Néstor Kirchner van ganando –subraya–, más allá de los réditos políticos que esa misma batalla pueda traducirles en los futuros tiempos electorales. El matrimonio no sólo tiene la virtud de atizar temas de debate, muchas veces controvertidos. Tienen otra condición: convierten cada uno de esos temas en una cruzada, simplifican cada cosa –aún las más complejas– hasta límites increíbles, identifican casi sin excepciones a legiones de enemigos”. Y más adelante puntualiza que “El tema que aflora en la superficie, en estas horas, es el del matrimonio gay. No está claro cuánto de la esencia del problema importa a los Kirchner, fuera del rédito político que persiguen y de la excitación que siempre les provoca la designación de algún maldito enemigo. Las únicas constancias de sus pensamientos se reducen a dos actos: la presencia del ex presidente para votar, en su condición de diputado, el proyecto del matrimonio gay en el Congreso. Fue su única asistencia en diciembre y poseería una inconfundible interpretación política. Pero no deja huellas sobre su verdadero pensamiento”.
La Nación, portada presidida por foto a cuatro columnas de la movilización frente al Congreso, titula “Masiva protesta contra el matrimonio homosexual”, calculando la concurrencia en “unas 60.000 personas”.
Joaquín Morales Solá, nota de tapa, aprovecha para titular de entrada que estamos ante “Otra batalla innecesaria”, obviamente puede deducirse por culpa de quien. Para aclararlo, escribe que “Hay senadores convencidos sinceramente de que corren en la dirección del progreso cuando se manifiestan a favor del matrimonio gay. Hay otros que sólo lo hacen porque no tendrían vida política fuera del kirchnerismo. Y a ellos deben agregárseles los que desaparecieron sin combatir o los que viajaron sin despedirse. Así las cosas, los senadores se acercan hoy al momento de la crucial votación con números parejos, con la lengua afuera, urgidos a buscar una tercera vía, atenazados también por enfrentados sectores sociales. Las calles de la Capital fueron testigo ayer de esa discordia. Una diagonal entre dos paralelas podría estar, según negociaban anoche varios senadores, en la aprobación del proyecto de la Cámara de Diputados, pero cambiando el nombre de matrimonio por el de unión familiar, con igualdad de derechos, para todos los que se casen en las oficinas del Estado. La denominación de matrimonio quedaría sólo para el rito religioso. Dirigentes políticos intentaron ayer buscar la comprensión de la Iglesia a ese cambio con el argumento de que la alternativa sería aún peor: saldrá el matrimonio, tal como parece quererlo el ex presidente Néstor Kirchner”. Con balance similar al de su colega Rubin, pero con fundamento muy distinto, Morales Sola asegura que “Bergoglio fue obligado por Kirchner a subirse a un ring que nunca lo sedujo. De hecho, Bergoglio no se pronunció jamás ante la decisión del ex jefe del gobierno porteño Aníbal Ibarra cuando éste estableció en la Capital la unión civil entre personas del mismo sexo. El problema es que Kirchner no aspira a ganar una pulseada en el Senado. Su visión épica de la política y su necesidad de hacer de cada tema un combate a matar o morir lo arrastraron al objetivo de derrotar a Bergoglio y, con él, a la Iglesia. La Iglesia, a su vez, reivindica el matrimonio como un capital cultural y lingüístico propio, cuya etimología también le pertenece. En realidad, la palabra matrimonio es, para la Iglesia, parte de la religión. Los católicos, y los cristianos en general, no son los únicos que piensan así. Las cosas son muy parecidas, por ejemplo, para la ortodoxia de la religión judía. Esa visión explicaría que la versión más moderada de la Iglesia haya quedado eclipsada por las posiciones más conservadoras”. Y añade: “La decisión de Kirchner de liderar personalmente una cruzada contra los obispos empujó a Bergoglio, a su vez, a ponerse al frente de su Iglesia. O el líder era él o lo sería Aguer. Algunos obispos cometieron ciertos excesos verbales en los últimos días, pero nada fue peor que el discurso de Cristina Kirchner, que meneó la Inquisición para descalificar a la Iglesia. Otra vez, la historia sirvió como un arma que se arroja contra el adversario”.
Cambio radical de tono e imagen, Pagina/12, acompañando collage de fotos de felices parejas del mismo sexo titula “De igual a igual”, bajo lo cual escribe: “El debate sobre el casamiento igualitario terminó con un acto de rechazo en Congreso, convocado por los religiosos, y un ‘ruidazo’ a favor distribuido por toda la ciudad. Los presidentes de los bloques acordaron dar quórum. El dictamen por la unión civil fue declarado invalido por Pampuro, reemplazante de Cobos”.
Soledad Vallejos, Pág. 5, describe la movilización como una “entusiasta concurrencia, entre ellos niños y adolescentes de escuelas religiosas, (que) quedó sin embargo por debajo de las expectativas de los convocantes”, trazando algunas pinceladas del momento: “a Virgen y Cristo, pintados a mano sobre tela y escoltados por globos anaranjados o bien amarillos y blancos (los colores de la institución vaticana), salpicaban un río naranja en el que destacaban alertas como “Argentina = Sodoma”, “Sodoma = delito. No cambiemos” y hasta incitaciones a la reflexión: “¿Argentina será maricona?”. Por los altavoces, una voz en off sancionaba que “lo que está en juego es un profundo cambio cultural”, y para demostrarlo acompañaban imágenes de “la ola naranja”, vale decir, las protestas que el proyecto de matrimonio igualitario había suscitado en distintas provincias. “No destruyan la familia”, clamaba otra locución, mientras un puñado de adolescentes trepados a lo alto de la reja que protege la entrada principal del Congreso ensayaba ritmos de cancha: “No queremos, no queremos, no queremos esa ley, el matrimonio es sólo entre varón y mujer”. Poco antes, en pleno éxtasis porque “sigue y sigue llegando gente”, el locutor que de a ratos imponía estilo de bailanta a la animación de la concentración “Queremos papá y mamá” se había animado a calcular: “Somos cada vez más, como doscientas mil personas”, aunque cálculos más realistas indicaban la presencia de unos 20.000 manifestantes”.
Bajo el título de “Debate callejero”, La Prensa, cercana al Episcopado, titula “Debate callejero” y no duda acerca de cifras: “Unas 200.000 personas se congregaron ante el Congreso para oponerse ante el Congreso al matrimonio gay”.
Tiempo Argentino ofrece un titular neutro, “Matrimonio gay: hoy el Senado tiene la palabra”, informa que se prevé un extenso debate y una reñida votación sobre el derecho de los homosexuales, pero no necesita demasiados adjetivos, pues en franja negra, tipografía calada en blanco, imprime como avance que “Cecilia Pando y otros procesistas participaron de la manifestación que realizó la Iglesia de Bergoglio”.
Visita a China: primeros balances
Dispar cobertura de los medios en relación a la visita a China de la Presidente, aún en curso, sin definiciones tajantes, pero inclinándose hacia un balance positivo, negativo o engañosamente neutro, según el medio.
Clarín titula un avance en tapa “Acuerdos con China, pero sin avance en la soja”, para informar que la Presidenta se reunió con su colega Hu Jintao, firmaron una docena de acuerdos, “pero los funcionarios argentinos no consiguieron destrabar la suspensión por parte de China de las compras de aceite de soja. La visita oficial sigue en Shangai”. Walter Curia, Pag.3, aprovecha para afirmar, sin fuentes, ni base documental, que “En Santa Cruz se recuerda a Kirchner como un buen gobernador que a pesar de haber contado con recursos -y discursos- no supo o no pudo cambiar el perfil productivo de la provincia. Pese a todo lo hablado, la visita de la Presidenta a China muestra que aquella experiencia podría ser aplicable a esta altura a la Nación. La Argentina firmó en 2004 con China un acuerdo de asociación estratégica y lo máximo que se avanzó parece ser la compra de vagones de ferrocarril con financiamiento chino. La suspensión de los envíos de aceite de soja es en ese marco un retroceso desde una situación desventajosa”.
Intenta ironizar en tapa, Ámbito Financiero, y anuncia que “China desojizó ayer el diálogo con Cristina”, para escribir que “Hu Jintao le hizo caso a Cristina de Kirchner y «desojizó» la relación bilateral: en la reunión que ambos mantuvieron ayer, no hubo referencias directas del dueño de casa al levantamiento de las restricciones para la exportación de aceite de soja. El Gobierno cree que los gestos apuntan a que en meses se solucionará el problema. Sí trae la Presidente acuerdos por inversiones por más de US$ 9.500 millones y la promesa de mantener la relación estratégica”.
La Nación, también en tapa, destaca que “No hubo acuerdo con China por la soja”, y en un relato casi intimista la enviada especial, Mariana Verón, relata: “Se trataron cálidamente. Ella se disculpó por haber cancelado el viaje que debió realizar hace cinco meses, y él la consideró una ‘gran amiga’. Pero no alcanzó. Cristina Kirchner y el presidente chino, Hu Jintao, se reunieron ayer durante una hora y, ante la falta de una solución a las diferencias comerciales, matizaron los pocos avances con la creación de una comisión conjunta que se encargará de reordenar la relación bilateral”, para no dejar dudas párrafos más adelante: “Además de destrabar la venta de aceite de soja, Cristina Kirchner le pidió a Hu que las empresas chinas fueran a instalarse en el país. Pero se quedó con las manos vacías. La Presidenta admitió que no hay previsto ningún anuncio”. La envida concluye: “Ambos presidentes firmaron una docena de acuerdos comerciales detrás de un mural de tela con la imagen de la Gran Muralla China y se fueron al Hall Oeste del Gran Palacio del Pueblo para cenar. Ahora será la nueva comisión que ambos crearon la que deberá avanzar en lo que la diplomacia presidencial ayer no pudo”.
Sin duda otra película vio Página/12, que entusiasta titula en la franja superior de su tapa “Acuerdos para voltear cualquier muralla”, ya que ambos mandatarios “se comprometieron a incrementar las relaciones, firmaron importantes convenios sobre transportes y formaron una comisión para analizar las diferencias sobre el aceite de soja y el reclamo argentino de incorporar valor a sus exportaciones”.
También auspicioso, Tiempo Argentino gira la temática central e imprime en tapa “China respaldó el reclamo argentino por Malvinas”, que la Presidente convocó a “ser socios” estratégicos, para finalmente informar que en Beijing se firmaron 18 acuerdos comerciales entre ambos países”.
Crónica titula que “Cristina afianza la relación con China”, ya que se reunión con su par del país anfitrión y firmó “acuerdos por diez mil millones de dólares”.
El Cronista admite y advierte: “Cristina trae de China contratos para obras públicas pero siguen trabas a la soja”.
BAE publica en primera plana que “Argentina y China firmaron convenios de cooperación por US$ 9.500 millones”, por lo que habrá financiamiento chino a tasas bajas, en concreto a 19 años y tasa de 7,5%, poco habituales condiciones que para La Nación, Pág. 6, sin embargo merece una advertencia “El material ferroviario se comprará sin licitación”.
Sin embargo, en el matutino citado en primer lugar, parte del grupo Szpolski, Pág. 3, publica un análisis de los economistas Enrique Aschieri y Damián Dalle, quienes opinan que “La visita presidencial a China tuvo dos corolarios que confluyen hacia una perspectiva. Uno fueron las importantes inversiones conseguidas. El otro, la negociación en torno de las naturales idas y venidas en el plano comercial. Los dos dan pie para reflexionar sobre cómo avanzar estratégicamente en acuerdos de mutua conveniencia, habida cuenta de la importancia de China en el plano geopolítico global”. Puntualizan que “La misión comercial a China continúa expresando la voluntad del Gobierno y de la sociedad argentina de ser una nación en lugar de una factoría que se imbrica en la dinámica de la globalización a partir de salarios baratos y desbarajuste de su aparato productivo” y que “La fase superior de esa voluntad implica, entre otras cosas, nada más y nada menos que exportar con mayor valor agregado. Pero para que ese saludable y necesario paso adelante estratégico sea posible, consolidando el giro de 180 grados dado al rumbo por donde veníamos derrotando, resulta imprescindible seguir avanzando con el equilibrio táctico desenvuelto en el Lejano Oriente. El monto y los sectores donde van a ir dirigidas las inversiones chinas, están diciendo que los dos países están buscando y concretando una relación estable de largo plazo”, y marcan, de manera indudable la diferencia con otros comentaristas.
Una simple lectura, citas, el periodismo “independiente”…