La masiva y pacifica movilización en repudio al partido judicial, en defensa de la democracia y en rechazo a las aberraciones del proceso a CFK, resulta que de pronto expresa “El caos como método para recuperar la centralidad” (Clarín, que obvio no alude a la represión de Larreta/Juntos por el Cambio, sino que intenta responsabilizar a las víctimas de su agresión), de “Un gobierno alzado contra la Constitución” (Morales Solá, en La Nación, quien tampoco se refiere al subversivo cerco a la vicepresidenta por parte de una policía municipal dentro del distrito federal que alberga a las autoridades nacionales elegidas por la voluntad popular) y se ilusiona midiendo como “La hora más oscura de Cristina” las impactantes muestras de cariño y amor que descubren cinco días después, pero para invertir su interpretación.
No es necesario amar a CFK, ser peronista, ni compartir el rumbo del gobierno nacional para, al menos, tener algún rigor informativo y analítico.
Siguen ignorando la realidad y jugando con fuego.
O atizándolo.